Justificación....

Apasionado de las artes en general, obvio interesado en la lectura y escritura, sigo manteniendo dificultades con disfrutar de mi deseo por escribir, a veces atrapado, a veces incapaz de enfrentar los dos monstruos, sintaxis y ortografía. Pero no pasa nada, siempre se puede revisar varias veces y elegir lo que se me antoje, ya alguien podrá brindar puntos de vista que me ayuden a reparar lo que me interesa. El futuro que llega será sin duda azarosa aunque interesado en encontrar historias que valga la pena dejar crecer, historias por las que valga la pena ser un noctívago y otras que deban permanecer ignotas.

Sunday, June 19, 2016

El azulejo como recuerdo, reflexiones desde un bunker creativo en expansión


por Dragón de Madera

Por décima ocasión blue bird  se repite en la pestaña que mantengo adosada para youtube, la canción de j-pop no cautivan mis sentidos hasta que se llega al momento cúspide de la canción, anunciado en el propio vídeo, al ser los segundo donde las bailarinas japonesas sobresalen con mayor gracia. 

Aprovechando la influencia que ha dejado el alcohol, puedo hasta creer que me va da por llorar, luego de ver a las pisa flores niponas dar sus giros, pero llega el final de la canción, y nada ha brotado, solo un ligero twerking en el ojo. Doy click al símbolo de reciclaje y la canción se reproduce una vez más.

Me voy formando, ampliando mis saberes y consumiendo un venenoso optimismo, pero la pretensión de vivir como creativo en una realidad donde el memo se presenta como el mandato y la voz que te invita a pagar el servicio premium de spotify resuena como eco atemporal de la campana de Pávlov, mete a la oficina en el top 7 de infiernos en vida.

Pero no, no es el miedo a peinarme lo que me entristece. Aquello que me tiene con cierta parálisis mental y facial, es la ausencia de una animosidad que llegue a creer permanente. Pero nada es permanente, blue bird se acaba y cierro la pestaña.

Blue bird  o azulejo en español es una canción que me atrajo por la idea metafórica de haber contado con una pequeña ave de plumas azules, que al danzar con los vientos de verano me dejaba hipnotizado. Azulejo que me llenaba de alegrías al cagarse en lo absurdo del mundo y amarguras cuando su ausencia se hacía notar.

El azulejo es la pasión, no la sui géneris. Hablo de una enfocada hacia rubros que exigen ser atendidos con premura y furia en el presento, pero que ya no despiertan el sentimiento eufórico del ayer. Y lo lamento, pero este informante no sera guerrero.

Fuera de mi persona, escupitado sobre la lap, el viejo azulejo sometido a un claro proceso de taxidermia, se queda mirándome desde arriba del librero, ausente de toda vitalidad ahora me tenía que enfrentar con un maniquí lleno de viejas aspiraciones que se aparece en la mente y rostro de viejos conocidos.  

No es que las pasiones que despierta el azulejo no puedan estar repletas de vida y misterio, el show es que para mis sentidos, el ave fue intervenida por Catellan, quien la dejo sin vida en su féretro emplumado, adornado con falsos ojos que vigilan y perturban por igual .

Catellan no me agarro a mí y eso es lo que me importa. Ya que entre ser un cadáver pútrido reclamado por la historia o un maniquí significante del nuevo arte, me quedo de lleno con lo primero. Me mantengo estático pero no seré petrificado.

El ave no se marcha y exige mi atención, pero ¿porque me habría de importar el pensar de un cadáver?. No soy tan ilógico. Y lo admito, cuando la veo me siento frustrado. Le tiro maíz en el pico, pero cada semilla termina en el piso, al chocar contra el pico que se mantiene sellado.


El azulejo exige ser introducido en mi cámara de las maravillas entre el danzante de resortes y el cuerno de unicornio, en donde el polvo lo valla devorado como autógrafo de youtuber. El polvo lo cubre todo y sobre mi tendedero se posan un ave de pecho amarillo y otra de rojizo, sonrió y sigo escribiendo.